El rápido desarrollo de os medios de comunicación hacía pensar, hace algunos años, que llegaría un momento no muy lejano en que las reuniones cara a cara desaparecerían. No sólo la previsión no se ha cumplido, sino que la mayoría de la gente ha aumentado el número de reuniones que celebran regularmente.
Las reuniones personales siguen siendo fundamentales para la salud de las empresas, pero si no consiguen ser eficaces, se convierten en un problema.
Recordemos los objetivos de una reunión eficaz:
Es muy difícil conseguir que una reunión resulte amena. Por ello, deberíamos emplear de dos a cuatro minutos en hablar con las personas que asistirán a nuestra reunión, y poder prepararlos para lo que tendrá lugar. En ese momento, podremos atender a sus ideas sobre lo que van a sacar de la reunión, y convertirlos en compañeros en lugar de simples sujetos asistentes. Además, todos se sentirán más involucrados e interesados durante la reunión.
Otra de las más importantes cuestiones, es la capacidad que tengamos de llevar a cabo una reunión dejando de lado las discrepancias entre asistentes, centrándonos en los temas a tratar, sin personalizar la intención de las intervenciones y propuestas. Es lo que se llama profesionalizar la reunión.
Dividamos la reunión en tres fases:
A) ANTES DE LA REUNIÓN.
– Planear la reunión.
– Prever los detalles.
El primer paso para asegurar la eficacia, es elaborar un buen programa, ordenado de la mejor manera posible y con estimaciones del tiempo destinado para cada asunto a tratar.
B) DURANTE LA REUNIÓN.
– Iniciación.
– Conducción de la reunión.
Cada tema del orden del día ha de discutirse. Los participantes deben conservar en sus mentes preguntas como las siguientes:
Si cada participante puede contestar a todas ellas, el grupo podrá pasar al siguiente tema de la reunión. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los asuntos requieren la contestación de todas esas preguntas.
Hay diferentes técnicas que podemos emplear para mantener las reuniones dentro del cauce establecido. Cada una de ellas tiene una efectividad distinta según el propósito del grupo, la frecuencia de las redacciones o la historia del grupo:
Si alguien no ha podido asistir a la reunión, pidámosle que resuma en un par de ideas lo que le hubiese gustado decir, para poder dar lectura de las mismas en la reunión, de forma que todos los puntos de vista queden representados.
El responsable de la reunión, tiene la responsabilidad principal de mantener la atmósfera adecuada para todos los participantes. Los edictos e imposiciones no animan a los participantes a asistir a más reuniones en el futuro, ni a ser participativos.
Lo más importante de todo es que el responsable ejerza de facilitador, consiguiendo las mejores respuestas por parte de los participantes, animándoles a colaborar unos con otros y a que funcionen como un verdadero equipo.
– Resumen y Clausura.
Finalizado el tratamiento de los asuntos, y antes de dar por finalizada la reunión, es recomendable que procedamos a un resumen de lo tratado y las conclusiones.
C) DESPUÉS DE LA REUNIÓN.
Prueba, o en tu próxima reunión, o convocando una, a poner estas medidas en marcha, a ver qué tal.
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