Todos los equipos de trabajo tienen un ciclo de vida, atravesando por un proceso de formación antes de llegar a su madurez. Podemos desglosar este proceso en fases para facilitar su delimitación.
No se puede considerar ninguna de las fases como mala o negativa, pues todas forman parte del camino hacia la creación del equipo final.
Características:
En esta primera fase, básicamente de lo que se trata es de integrarse en el grupo humano. Los miembros se conocen entre sí, aprenden y fijan las reglas del grupo. Se empiezan a definir los valores en los que el grupo se sustentará.
En esta fase, es habitual la inseguridad de los integrantes ante los demás, así como cierta timidez de actuación, falta de liderazgo, dificultades de aceptación de algunos miembros y confusión en el planteamiento de valores y objetivos.
Características:
En esta fase, las expectativas generadas a priori se enfrentan con la realidad, de ahí que puedan surgir ciertas frustraciones o insatisfacciones derivadas de la falta de correspondencia.
Además, el proceso de acomodación con el grupo humano sigue abierto, las luchas por el liderazgo están latentes y el grado de implicación e identificación con la tarea aún es escaso.
Características:
En esta fase se concluye el proceso de integración. Los miembros del equipo ya se conocen, y comienzan a utilzar en sus relaciones las reglas y valores compartidos que han interiorizado.
Surge el espíritu de equipo y, consecuencia de ello, se genera un ambiente altamente favorable al desarrollo personal y grupal, lo que redunda en un incremento general de la satisfacción.
Características:
En esta etapa el rendimiento grupal y personal, así como la satisfacción, alcanzan sus cotas más altas. Los individuos que conforman el grupo, y éste como tal, se sienten plenamente realizados y seguros de su éxito.
Esta es la fase en la que la estructura del equipo es plenamente funcional y aceptada, centrándose todos y cada uno de los miembros del equipo en la ejecución de las tareas propias y en el logro de las metas comunes.
Características:
En esta fase, el equipo es consciente de que su disolución está próxima, y esto evidentemente no deja impasibles a sus miembros.
En ocasiones, lo que la situación genera es un sentimiento de trsiteza que se traduce en un descenso de la productividad y moral del grupo, mientras que en otras, la satisfacción por el trabajo realizado embarga al equipo de tal manera que su nivel de actividad y de moral se mantienen en lo más alto hasta el final.
Lo que debemos tener en cuenta, a mí parecer personal, es que no sabremos a ciencia cierta el tiempo que dura cada una de las fases. Cada equipo, dependiendo de los miembros, trabajo, ambiente, conocimiento anterior, etc., determinará intrínsecamente la duración de cada etapa.
También debemos asumir que, cada cambio de fase, supone que empiezan a darse las características de la fase posterior, lo que no quiere decir que queden característcas de la fase anterior que deben seguir cambiando. Es un proceos continuo que debemos vigilar. El líder del equipo tiene un papel importante en esta visión general que los miembros individuales pueden no tener tan cercana.
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