El enfoque del proceso de evaluación de CRM y Psicología Organizacional, contempla dos aspectos fundamentales en las personas: los RECURSOS y las COMPETENCIAS.
Agrupados ambos, podemos considerarlos los factores que componen la estructura total de una persona.
– La variable RECURSOS corresponde al potencial o a la capacidad que posee una persona , recibida com parte de su dotacion genética, y desarrollada a través del estímulo a lo largo de su vida.
Las personas, de este modo, pueden usar sus talentos de manera constructiva, o en la medida en que reciban estímulo adecuado y suficiente del entorno.
Lo que no es muy factible es incrementar esos recursos; la clave está en contar con elementos necesarios para estimularlos, desarrollarlos y usarlos positivamente de acuerdo con las distintas situaciones que a lo largo de nuestra vida enfrentemos.
– Las COMPETENCIAS, por su parte, son comportamientos o conductas sostenidas con las que una persona afronta de manera efectiva sus problemas cotidianos, maneja y modifica su entorno más próximo.
Son aprendidas y desarrolladas por las personas a través del estímulo social recibido, a través de procesos de formación, reforzamiento social y de la experiencia adquirida a lo largo de la vida.
Las COMPETENCIAS se convierten en pautas de comportamiento repetitivo que conducen a resultados. Si se interiorizan y se arraigan para alcanzar los propósitos individuales, pueden conducir a la efectividad.
A diferencia de los recursos, las COMPETENCIAS se incrementan porque se adquieren a través de un proceso de aprendizaje.
Las competencias son aprendidas y la persona puede desarrollarlas a través de diferentes estímulos. Las organizaciones deben establecer mecanismos para medirlas, para así proyectar el potencial y correcto desarrollo del trabajador.
Dado que la pretensión no es ver al individuo de manera dividida o separada, el punto de partida es que todos estos factores interactúan y son mutuamente interdependientes. Esta interdependencia es, precisamente, la que permite conceptualizar global e íntegramente a la persona.
El enfoque de recursos / competencias / habilidades permite identificar en forma más detallada y puntual los aspectos que más está utilizando la persona, y aquellos que pueden interferir notoriamente con su adaptación al medio y en su proceso de crecimiento.
Los RECURSOS podemos dividirlos en INTELECTUALES y EMOCIONALES.
A) Los RECURSOS INTELECTUALES hacen referencia a las potencialidades intelectuales que nos permiten a las personas llevar a cabo el proceso mental necesario para resolver los problemas cotidianos que se nos presentan, desde los más sencillos hasta los más complejos.
Estos recursos, en la medida en que son estimulados, se desarrollan y se convierten en COMPETENCIAS, entendidas como la «capacidad para identificar, analizar y resolver problemas bajo condiciones de poca información, información incompleta o incertidumbre«. Esta capacidad requiere:
- Sensibilidad respecto al medio ambiente.
- Habilidad para identificar y evaluar la información, así como para incorporar nuevos contenidos, interpretar datos e innovar en las soluciones ya propuestas.
Aspectos tales como memoria, atención, percepción, capacidad de análisis, síntesis, comprensión lógica o razonamiento, son elementos asociados a este tipo de recursos.
De su adecuada combinación surgen soluciones prácticas que responden al cómo resolver un asunto, o alternativas que responden al por qué se dan, e identificar las causas.
B) Los RECURSOS EMOCIONALES hacen referencia al capital dinámico y energético que poseen las personas, así como a los talentos que impulsan a actuar y a llevar a la práctica las ideas que cada persona plantea a nivel teórico, para convertirlas en acciones específicas.
Su uso frecuente y la exhibición en términos de conductas observables, se convierten en COMPETENCIAS, entendidas como la «capacidad para trabajar en situaciones de alta tensión emocional, para tomar decisiones desprovistas de información, manejar adecuadamente crisis personales u organizacionales, y capacidad para asumir altos niveles de responsabilidad.
Las tensiones a las que las personas estamos sometidas constantemente, son pruebas permanentes de la existencia y uso de los recursos energéticos. La habilidad para tomar decisiones difíciles y la clara orientación hacia la consecución de resultados, son otros aspectos particularmente relevantes dentro de los recursos emocionales.
Con los RECURSOS INTELECTUALES y EMOCIONALES, podemos relacionar directamente la Inteligencia Mental y la Inteligencia Emocional.
Las COMPETENCIAS podemos dividirlas en competencias de gestión, de pensamiento, sociales y de conocimiento propio.
Las COMPETENCIAS DE GESTIÓN están asociadas en el campo laboral con destrezas gerenciales, y son básicamente procesos aprendidos a través de la vida y convertidos en hábitos mediante comportamientos repetitivos, que se van incorporando en las personas para lograr los resultados que se esperan.
Estas habilidades son interiorizadas por las personas desde muy pequeñas, y se revelan en el ámbito laboral. A diferencia de los recursos, pueden ser incrementadas y modificadas. Las COMPETENCIAS DE GESTIÓN cobran gran importancia en el ámbito laboral, porque agregan valor a las actividades puramente técnicas.
Las habilidades gerenciales son instrumentos básicos de trabajo individual para integrar a los demás en un grupo diversificado de labores que permiten ver más allá de lo puramente cotidiano. Cualquier persona, en cualquie cargo, requiere de estas habilidades en cuanto que suponen un trabajo integrador y coordinado. A medida que los niveles se elevan y las actividades se tornan más complejas, las habilidades de gestión cobran un papel más importante, porque permiten involucrar un gran número de variables que conducen a resultados, facilitando el trabajo y la consecución de importantes objetivos.
Podemos medirlas a través de observaciones directas en el trabajo, juegos de roles, técnicas de simulación e instrumentos de evaluación diseñados para tal fin.
Las COMPETENCIAS SOCIALES son las destrezas sociales básicas, aprendidas a través del estímulo social, necesarias para interactuar, influir, guiar y orientar a otros en diferentes escenarios.
Implican, no sólo que la persona sea capaz de analizar los problemas, sino de comunicarlos efectivamente a los demás, generar motivación y compromiso para trabajar en los problemas, y controlar el progreso hacia su solución.
El aprender a manejar y a confrontar acertadamente las diferencias con otros, el lograr incidir críticamente en personas iguales, superiores y colaboradores en el ámbito laboral, el manejo de las interacciones fuera de la organización, etc., demandan cada vez más recursos personales, y son aspectos puramente aprendidos e interiorizados nuevamente como hábitos.
Aprender a manejar las diferencias con otros requiere bastantes recursos personales, y es la clave para trabajar en equipo. Los hábitos no son irrompibles, y pueden ser modificados, aprendidos u olvidados, y su cambio requiere de un proceso de trabajo interior y, a la vez, un alto compromiso personal.
Existen hábitos negativos, como la baja tolerancia a otros, la impaciencia, la crítica, el egoísmo, que están enraizados en las personas pero que pueden ser cambiados en la medida en que son visibles los beneficios de hacerlos desaparecer. Un hábito se repite cuando da resultado, y cuando el mundo que nos rodea es receptivo y agradecido a ello.
Otros hábitos positivos, como el respeto por los demás, el orden, la escucha activa,… también se refuerzan cuando de ellos se obtiene una recompensa, y procuramos que el entorno se mueva también bajo estos mismos parámetros.
Dentro de las Habilidades Interpersonales figura el Liderazgo, entendido como la capacidad de influir positivamente en la conducta de otros, en aras de lograr un resultado común, compartido y aceptado por el grupo de referencia, que atribuye causalmente a la persona ese poder. Este liderazgo puede ser visto en acciones tales como persuadir, argumentar, entender al otro, empatizar para lograr una comunicación efectiva, y el tan moderno empoderamiento.
Así, las COMPETENCIAS van más allá de las Habilidades Sociales, pero las integran en un todo, y producen una gama variada de comportamientos que, a la larga, conforman la personalidad del individuo.
Las COMPETENCIAS SOCIALES son factores clave en cualquier campo, también en el organizacional, para lograr resultados con y a través de otros; por eso, actividades como el trabajo en equipo suponen toda una integración de estas habilidades y recursos.
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